Alimentando a la familia, café para la próxima generación de caficultores


Algunos de los 100 millones de árboles donados en Guatemala por Starbucks.

Para la Familia Pacheco, descubrir cómo hacerlo funcionar no parecía una opción.

Hace siete años, una epidemia de roya comenzó a destruir los cultivos en América Central.

"La roya ingresó al país de Guatemala en el año 2012", dice Kevin Pacheco, Productor de café en la región de Jalapa. “Antes de que apareciera la roya teníamos mejores cafetales, más fuertes. La roya es un gran problema ".

“Cuando no hay café, no hay negocio”, dice Catalina Pacheco, 72 años, una caficultura de segunda generación. “Es lo que le da vida a Guatemala”.

Catalina es la abuela de Kevin. El cultivo del café es el negocio familiar. Así que, "lo hemos ido aprendiendo a través del tiempo ", dice Kevin, de 22 años.

Catalina nos cuenta que trabajó en la industria del café desde que era joven y siempre quiso ser "una verdadera dueña de un cultivo de café". Ella y su esposo, Carlos Lima, compraron una finca cafetera de 12.5 hectáreas, finca en la que Kevin cultiva ahora. “Aprendí a trabajar gracias a ellos”, dice Kevin.

“Aprendí a trabajar gracias a ellos”, dice Kevin.

El brote de roya pudo haber dañado el sueño de esta familia. Pero en cambio, Kevin "está viviendo el mejor momento de su vida", dice su abuela Catalina.

En el 2016, como parte de la iniciativa “Una bolsa para cada árbol” de Starbucks (ahora conocido como el Programa 100 Millones de Árboles) se donaron a la granja Pacheco, 6.000 árboles de café resistentes a la roya, los cuales han ayudado mucho al crecimiento de estos caficultores. Hasta el momento, más de 30 millones de árboles han sido donados en México, Guatemala y El Salvador. Este año en Guatemala, los árboles produjeron su primera cosecha.

Kevin ha puesto todo su corazón a ser uno de los mejores caficultores de la cuarta generación, y su pasión por este trabajo le está abriendo el camino a la generación siguiente a la de él, para que aprenda y crezca junto a él, tal como aprendió junto a sus abuelos.

"La idea es enseñarles a las futuras generaciones a cuidar el café, para que no se pierda".


Kevin Pacheco, un productor de café de cuarta generación, mira al otro lado del valle donde está la finca cafetera de su familia. En 2016, Starbucks donó 6,000 árboles resistentes a la roya a Catalina Pacheco, la abuela de la Familia Pacheco, matriarca y directora de la finca cafetera que tenía con su esposo recientemente fallecido.
Luego de una evaluación matutina de los árboles de Kevin, él y Catalina llevan las cerezas de café recogidas en su parcela. Catalina le regaló a su nieto, una parte de su finca cafetera, junto con miles de árboles donados por Starbucks para proporcionarle un sentido de propiedad y un camino para continuar con la tradición familiar.
Después de pesar las cerezas de café, Kevin y sus tíos las cargan a su camioneta, mientras Catalina lleva el seguimiento de cada bolsa para que sean transportadas a la siguiente etapa del proceso.
Cada tarde como costumbre, Catalina le prepara café a su extensa familia, la cual no siempre puede estar junta por las responsabilidades que conlleva administrar una finca familiar. Sin una unidad familiar solida y el apoyo necesario, no se puede llegar lejos, afirma Catalina. El café que sirve Catalina fue cultivado, cosechado, secado, tostado y molido por ella y su familia en la finca cafetera familiar.
Catalina y sus hijos, Raúl Fernando, a la izquierda, y José Adolfo, examinan la cosecha de café de este año en un terreno justo detrás de su casa.
Temprano en la mañana, Kevin revisa sus árboles de café en su finca. Dice que cuando está solo en la finca le gusta hablar con las plantas, ya que ellas saben cuándo son amadas o no. Él, recibió esta tierra y los árboles de su abuela hace más de cuatro años.
Lidia Aracely, hija de Catalina, alimenta a su hijo Jared en la cocina de su madre mientras sus sobrinas y otros miembros de la familia se preparan para el café de la tarde. Catalina ha creado un ambiente ideal para su comunidad y familia en la finca. Con el apoyo mutuo de cada uno, se puede tener éxito.
Kevin llama para verificar el estado de las cerezas que se recogerán durante el día. Como caficultor de cuarta generación, Kevin ha crecido alrededor del café. Ha tomado la decisión de quedarse en la finca y llevar a cabo los negocios de la familia. Catalina describe a Kevin como un "hombre trabajador". Está orgullosa del caficultor en el que se ha convertido.
María Valenzuela, quien es la hermana de Kevin, está a cargo de la estación de peso ubicada a pocos metros de la finca. Además de su propia producción de café, los Pacheco trabajan en conjunto con pequeños productores locales para ayudarlos a vender su café. Guatemala está compuesta principalmente por pequeños agricultores. Para aquellos caficultores que no crecen lo suficiente como para llevar a cabo sus propias operaciones, con frecuencia, venden su producción a fincas más grandes para ayudarles con el proceso.
Después de la recolecta del cultivo del día, Kevin carga las cerezas a su camioneta con la ayuda de su tío y yerno de Catalina, Otto Renaldo García Oliva. El café en Guatemala es muy importante. Catalina dijo que, sin café, no hay negocio.
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