Escuchando a la Tierra: Creando el Centro de Visitantes Starbucks en la Hacienda Alsacia
Julie Pizarro pasa sus días de maravilla. Su telón de fondo, mientras trabaja en un café voladizo sobre un valle, es una vista panorámica de los campos cafeteros, exuberantes colinas verdes, una cascada abrumadora y el infinito azul del cielo. Los pájaros cantan suavemente. Una brisa delicada la envuelve. Un día después de la lluvia, el arco iris se extiende por el cielo.
“No tengo palabras para describirlo. Es el lugar más hermoso de Costa Rica” dijo Julie. “Siento de todo, cuando tengo al frente esta vista.”
Y eso, era lo que precisamente esperaba David Daniels y su equipo de diseño, cuando empezaron a desarrollar el Centro de Visitantes de la Hacienda Alsacia, ubicado en las laderas del volcán Poás de Costa Rica.
Hoy abre el Centro de Visitantes de 46,000 pies cuadrados. Un lugar donde los visitantes verán y experimentarán la cultura del café en todo su recorrido desde la tierra hasta la taza. Pueden ver las plántulas de cafeto, recoger cerezas de café con sus propias manos, observar cómo se muelen y secan, oler el café tostado y luego probar una taza recién hecha en el café donde Pizarro es Barista. Es un lugar que llena de sensaciones todos los sentidos, donde la tierra tiene alma.
Cuando Daniels, Vicepresidente de Diseño de Tiendas en Starbucks, se propuso encontrar la ubicación ideal dentro de la Hacienda para el nuevo Centro de Visitantes, comenzó a escuchar a la tierra. En la quietud y silencio, se reveló en lo que podía convertirse dicho centro.
"Escuchamos el lugar y el lugar nos indicó qué hacer", dijo Daniels. El equipo interiorizó la topografía, la trayectoria del sol, la dirección del viento y más, afirma el Vicepresidente de Diseño de Tiendas, filtrándolo todo para guiarnos en la forma adecuada en que cada edificio y sus detalles arquitectónicos debían posicionarse, trabajar y jugar con la naturaleza misma.
La Hacienda Alsacia, es la única finca cafetera en el mundo que es propiedad de Starbucks. Un lugar lleno de posibilidades, donde los agrónomos de renombre mundial crean cafetos híbridos diseñados para resistir las amenazas del cambio climático. Es donde un centro de ayuda para los caficultores del área, independientemente de si cultivan café para Starbucks o no. En este Centro se aprende cómo alimentar mejor a la tierra para que esté en óptimas condiciones, donde los agricultores y quienes recogen las cerezas de café pueden enviar a sus hijos a la escuela mientras trabajan.
Más allá de todo, es un lugar de personas, comunidad y conexión, con el cual Starbucks se está abriendo al mundo.
“Queremos que las personas vengan y no solo aprendan sobre el café, sino que también hagan parte de la experiencia” dijo Eduardo Meza, miembro del Equipo de Diseño de Daniel, junto con Vanessa Rubio “No estábamos construyendo un proyecto, estábamos construyendo relaciones”.
Las personas que son el corazón de la hacienda, están representadas en murales llamativos y vibrantes que vemos por todos lados en el Centro de Visitantes. También están en los cojines del Centro, las cuales fueron hechos a mano por mujeres de una cooperativa cercana. Así mismo, los encontramos en las sillas mecedoras hechas por Mario Arias, el hijo de un caficultor, y su equipo de Mad Living. Y por supuesto, están en el café, cultivado, recogido, secado y tostado allí mismo, listo para servir.
"Todo tenía que ser impulsado por un equilibrio de autenticidad, contexto y comunidad", dijo Daniels.
Una historia viva
Cuando los visitantes llegan a la entrada, la historia los abraza por todos lados. Una pared que se encuentra detrás de la recepción muestra las plantas de café nativas, enmarcadas en un mapa de Centroamérica, y en el cual se resalta las regiones cafeteras de Costa Rica. Frente a esto, divisando el panorama, hay un globo tridimensional que muestra las regiones cafeteras del mundo. Y un poco más allá, brilla el reflejo de la piscina y luego de la finca.
A medida que los visitantes avanzan por la entrada, se encuentran con el bulevar, que alguna vez fue un camino de tierra y que ahora ha sido transformado en un camino arquitectónico característico del Centro de Visitantes.
"Queríamos que fuera como la High Line", dijo Daniels, refiriéndose al popular, exuberante y elevado parque de Manhattan construido al lado de lo que fue la vía del ferrocarril central de Nueva York. "Se convirtió en el elemento guía del proyecto".
A un lado del bulevar, los senderos y edificios para caminar colindan contra la ladera de la montaña. Por el otro lado, los edificios se abren hacia el valle. Los diseñadores querían asegurarse de que el centro se integrara completamente con el lugar, con la tierra. Su contexto que fue algo crítico para ellos.
Con los diseños abiertos de los edificios y las paredes deslizantes, puede ser un poco difícil saber si estás adentro o afuera. Las líneas están borrosas intencionalmente, dijo Daniels, para darle una sensación más orgánica. Todo está pensado para aprovechar no solo las vistas de los campos de café, los espectaculares atardeceres y la cascada, sino también la brisa natural, por lo que no hay necesidad de aire acondicionado.
Y aunque los edificios son nuevos, la idea era que se sintiera como si siempre hubieran estado ahí, construidos con bloques de concreto, cerchas de acero y techos de metal corrugado, todos los materiales auténticos y de origen local de Costa Rica.
A medida que los invitados continúan el recorrido, avanzan por un camino que lleva hacia los cafetales, en donde pueden recoger los frutos. También pueden visitar el molino de agua, que se utiliza para eliminar la pulpa de las cerezas de café y revelar los granos. Su posición está de tal manera que aprovecha la gravedad hacer las máquinas trabajar con más eficiencia. (La hacienda funciona principalmente con energía de paneles solares).
Aquellos que hayan visitado el Starbucks Reserve Roastery en Seattle pueden reconocer algunos toques familiares. "Pusimos parte del ADN del Roastery al Centro de Visitantes", dijo Daniels, quien anteriormente, fue miembro del Equipo de Diseño del Roastery. La cafetería en el Centro de Visitantes cuenta con una sala para la cata del café como lo hacen en el Roastery. Un tablero de apariencia antigua, cuelga sobre el tostador para brindarle información a los visitantes sobre el café que se está tostando en ese momento. Otra característica trasladada del Seattle Roastery son los asientos de tribunas de estadio, los cuales, en el Centro de Visitantes, se adaptan a la inclinación de la colina justo al lado del molino de agua, creando así, un espacio con un toque natural para reuniones.
A medida que los huéspedes van bajando la colina, pueden explorar el patio de secado donde los granos de café se extienden al sol, una bodega repleta de café de la Hacienda Alsacia y un invernadero donde el agrónomo Carlos Mario Rodríguez investiga sobre cafetos resistentes a las enfermedades y otras buenas prácticas para cultivar. Conocimiento que comparte con el mundo a través de fuentes abiertas.
A lo largo del bulevar hay dos coliseos, donde los visitantes pueden disfrutar de la vista o reunirse para eventos comunitarios. Para los diseñadores fue fundamental crear un lugar donde la comunidad pueda reunirse de una forma cómoda y natural, convirtiendo las tiendas Starbucks en el famoso "tercer espacio" de muchos clientes.
Daniels sabe que los visitantes irán al Centro queriendo vivir varias experiencias. "Algunas personas querrán hacer el recorrido y aprender sobre el café, mientras que otras simplemente querrán disfrutar de un café y algo de comer en un ambiente hermoso y relajante con vistas increíbles", afirmó.
‘Una plataforma para mostrar el mundo’
En una mañana hace poco tiempo, Daniels se robó un momento para sentarse en una mecedora del café del Centro y tomar un café cultivado en la Hacienda. Detrás de él estaba el café, donde baristas como Pizarro elaboran manualmente las bebidas para los visitantes, y el cual está, hecho con diseños tallados a mano que cuentan la historia de la cultura cafetera. Ante él, aparecía la vista que develaba todo lo que él y su equipo diseñaron.
A su izquierda, un mural, pintado por el artista peruano Jade Rivera, que muestra un caficultor junto a una casa con un cafeto con cerezas en primer plano, y un gran pájaro descansando sobre una pila de libros, una referencia a la escuela ubicada en la Hacienda. En la gorra de béisbol del caficultor, uno puede ver las estrellas y el espacio - un universo que también se refleja en las ventanas de la casa. Tanto el mural, como la Hacienda, reflejan la forma en la que el tiempo se devuelve a los caficultores que han cultivado durante generaciones y a todas las generaciones que vendrán. El espacio intermedio es donde se crean los recuerdos.
"Crear un espacio donde las personas tengan experiencias únicas y esas experiencias se incrusten en la memoria, ahí es cuando puedes decir que has cambiado la vida de alguien", dijo. "Espero que este lugar sea una plataforma para mostrarle al mundo lo que estamos haciendo".
Para más información, por favor visita: www.starbuckscoffeefarm.com